El olivo nos aporta numerosos compuestos bioactivos, principalmente biofenoles, que se encuentran principalmente en el fruto, el aceite y las hojas del olivo. Los biofenoles del olivo son conocidos por sus actividades biológicas en la prevención de enfermedades y el mantenimiento de la salud; proporcionan neuroprotección y podrían desempeñar un papel en la ralentización de la disfunción cognitiva y el proceso neurodegenerativo como en la enfermedad de Alzheimer.

Así lo explica un artículo publicado en https://olivewellnessinstitute.org/article/neuroprotective-effects-of-olive-phenolics

Los biofenoles se encuentran de forma natural en el aceite de oliva virgen extra, pero en distintas proporciones según el tipo de aceituna, el tipo de clima, el tipo de recolección y el tipo de tratamiento que se le dé al aceite.

Los polifenoles existen en mayor abundancia en el fruto que aún no ha finalizado su proceso de maduración y va bajando su concentración según madura el fruto.

Por ello, una cosecha temprana asegura mayores proporciones de compuestos fenólicos y ácidos triterpénicos. Un prensado en frío conserva mejor estos componentes. Cuanto más se aumenta la temperatura más se van diluyendo sus cualidades beneficiosas y, por supuesto, los aceites refinados carecen de todas ellas.

Si queremos aprovechar todas esas características beneficiosas para la salud, tenemos que incluir en la dieta diaria dos o tres cucharadas soperas de aceite de oliva virgen extra y dedicar unos instantes a conocer de dónde viene y cómo se ha conseguido el aceite que elijamos, para que sus efectos beneficiosos sean los mayores posibles.

Se realizó un taller para construir casas nido para aves y hoteles de insectos. Al día siguiente se organizó una salida al monte para colocar en el perímetro no quemado decenas de estas “casas”.

Las jornadas dejaron la sensación de haber contribuido a devolver la vida al monte quemado.