Primero el Fuego y Ahora el Agua ¿Tienen Esperanza Nuestros Montes?

Las últimas lluvias han arrastrado las cenizas del último fuego.

La capa vegetal de los pinares quemados este verano ha desaparecido y la ceniza que sirve de nutriente para las nuevas semillas, también.

Estamos provocando la desertificación de nuestro entorno y el cambio climático está acelerando este proceso.

¿Tienen posibilidad de recuperación nuestros montes quemados?

Para contestar estas preguntas, el Ayuntamiento de San Esteban del Valle, muy afectado por el último incendio de la zona sur de GredosTietar, ha organizado unas jornadas de voluntariado ambiental.

Se trata de tomar conciencia de cómo podemos colaborar en la recuperación del monte. Cada uno en su nivel.

Ahora mismo el monte quemado está vacío de animales y plantas. Es necesario que la cadena trófica se recupere lo antes posible y consolide un nuevo ecosistema.

Las plantas que mejor resisten el fuego y las semillas que el viento traiga, son los primeros nuevos habitantes.

Los insectos polinizadores, contribuirán a traer semillas y a fertilizar las plantas que vayan saliendo. También servirán de alimento para las primeras aves que se animen a visitar estos “nuevos territorios”.

El ecosistema se completará cuando haya suficiente alimento para herbívoros y carnívoros, dentro de muchos años. Nuestro trabajo es favorecer que este proceso se acorte lo máximo posible.

Pero, ¿cómo evitar en el futuro que cuando se produzca un incendio afecte a miles de hectáreas y haya que volver a empezar?

Parece que un sistema eficiente es la repoblación en mosaico, alternando especies de distinta resistencia al fuego y separándolas con cortafuegos eficaces entre ellas.

Un cortafuegos eficaz es el que tiene una anchura suficiente para que el fuego no se transmita por las copas y que se encuentre limpio, con el mantenimiento adecuado, que evite que el fuego se transmita por el suelo.

La competencia sobre qué hacer en el monte corresponde a la Administración Pública, en este caso a la Junta de Castilla y León, a través del Servicio Territorial de Medio Ambiente.

Después de un incendio se debe evitar que las cenizas se arrastren a los ríos. Para ello, hay diversos sistemas para contener la erosión, que en este caso no han llegado a tiempo.

Para evitar que se produzcan plagas de insectos que se alimentan de la madera se debe retirar cuanto antes la madera quemada. La Junta ha sacado a subasta la adjudicación de las cortas y en pocos meses estarán rasuradas las zonas quemadas.

En cuanto a la repoblación, se hará con “pinus pinaster”, por la facilidad que tiene para colonizar nuevos territorios. No se va a aplicar la repoblación en mosaico y por lo tanto, se va a reproducir la situación actual, asumiendo el riesgo comprobado de nuevos incendios.

Queda por tanto, todo el trabajo en la parte del mantenimiento del monte y en la prevención de incendios futuros.

Es necesario, replantear la anchura de los cortafuegos actuales y establecer otros nuevos que aseguren que cuando salte un incendio se quede en un pequeño perímetro manejable.

Es necesario también, que los cortafuegos estén limpios para que puedan cumplir su función y que el mantenimiento del monte se realice durante todo el año para que cuando salte un incendio no sea indomable y se pueda hacer frente a él.

En las jornadas de voluntariado ambiental, Lea (@natturea), Korko (@trackgredos) e Israel nos acercaron a las plantas, insectos y aves que mejor colaboran en la recuperación de las zonas quemadas. Y pusieron el acento en cómo nosotros podemos trabajar para recuperar la vegetación en nuestro monte después del incendio.

Todas las aportaciones suman en este proceso.

Se realizó un taller para construir casas nido para aves y hoteles de insectos. Al día siguiente se organizó una salida al monte para colocar en el perímetro no quemado decenas de estas “casas”.

Las jornadas dejaron la sensación de haber contribuido a devolver la vida al monte quemado.